martes, noviembre 28, 2006

MY SO CALLED LIFE, 2ª PARTE

Escribí mas de la mitad de mis poemas jugándome la vida subido al tejadillo de casa, fumando, escribiendo a la luz de una vela, mirando allá lejos al comienzo de la calle, soñando con que ella doblara la cuesta y apareciera de pronto. Mas tarde escribí también a la luz de una vela al lado de un rió terriblemente frió y terriblemente asustado. Entonces miraba también a lo lejos soñando que apareciera ella, pero esta vez en canoa, como una piel roja. Ella cambio de nombre varias veces, pero indiferentemente nunca apareció, ni tras la cuesta de casa, ni en aquel rió montando en barca, ni tampoco, mucho mas tarde, subida en un trineo tirado por renos en aquel bosque de ensueño que se esculpía detrás la residencia del colegio de Massachussets. Ella, cambio tantas veces de nombre. Hasta que pasado el tiempo me di cuenta de que cambiaba el nombre, pero que siempre era ella. Tras encontrarla en un hotel decadente de Madrid, acompañarla hasta Irlanda, amarla sobre un puente legendario que sobrevivió a mil guerras, pero que se rompió un poco cuando ella y yo nos besamos, anhelarla en la soledad compartida de mi habitación del internado, arrasarla a besos en el primer reencuentro, ir con ella de la mano por León, matarnos de deseo de nuevo en Madrid, perseguirla hasta América, arrasarla de nuevo a besos en el segundo reencuentro, desfallecer de pasión en las montañas de Nueva York, enamorarnos como adolescentes por las calles de Manhattan, volver a soñarla en mi nueva soledad compartida en la residencia del bosque de Massachussets, y al final llorarla terriblemente muerto de miedo y dolor en la nieve gélida y fría de aquel mismo bosque que ahora estaba lleno de fantasmas. Mas tarde aprendí a buscarla en los ojos de la gente, creía encontrarla y se me esfumaba. Me enamoraba de nuevo y me daba cuanta de que la llamaba a ella pero con otro rostro, con otro nombre. Y encima llego alguien e hizo una canción que decía precisamente eso y muchas mas cosas, y ella me mando una cinta con las canciones y claro ya no eran canciones, eran recuerdos. Que facilidad pasmosa, y que manía mas chirriante que tienen las cosas, las canciones, los libros, las películas, los lugares, las bebidas ,las comidas, las flores, hasta las mariposas por convertirse en recuerdos. Un día es una película preciosa con Ángeles que bajan del cielo y princesas atropelladas por camioneros despistados y al cabo del tiempo es un recuerdo. Un día es una canción preciosa, o sencillamente bailable, y al cabo del tiempo, padam!!! Ya es un recuerdo.


2 comentarios:

Lost in Translation dijo...

precioso, magnifico.

BOHEMIO dijo...

Uffffffffffff Lost ja ja ja ja, me vas ha sacar los colores. Muchas gracias!!!!!!!!!!1